¿Comunidades diversas para la equidad social?

27 de octubre de 2023

Hablando de alianzas y retos entre personas, entidades sociales y cooperativas de vivienda, así nos convocamos el sábado 15 de julio en la cooperativa de vivienda La Balma, Punt de Referència y Fundación Natzaret, que trabajan con jóvenes extutelados, el grupo cooperativo TEB, que trabaja con personas con diversidad funcional y sus familias, y las cooperativas de vivienda Torrent Viu y la misma Balma. El objetivo de la sesión abierta, en la que también participaron otras personas del mundo del cooperativismo de vivienda, era dialogar y compartir en torno a cómo las cooperativas de vivienda y las entidades del tercer sector pueden cooperar para que las personas con menos privilegios sociales puedan formar parte de estos proyectos y para que las comunidades sean más diversas, y, por lo tanto, también más ricas. 

Fue una conversación bastante íntima en la que cada organización compartió su experiencia. La Balma, que forma parte de Sostre Cívic, compartió que cuando empezaron a pensar en un “pis social” (es decir, una vivienda que pudiera apoyar a personas en situaciones vulnerables), imaginaban una especie de piso de emergencia, donde, por ejemplo, pudieran vivir jóvenes extutelados durante un período de tiempo, y esa fue la propuesta que hicieron a Punt de Referència. Desde Punt de Referència, que están comprometidos con que los proyectos de vida de la juventud puedan consolidarse, les propusieron otro proyecto: que el “pis social” se convirtiera en la vivienda estable de dos jóvenes que estaban siendo acompañados por Punt en igualdad de condiciones con el resto de los habitantes de La Balma, y así ha sido: Nama Traoré y Abdelkader Sadiki son actualmente parte de la comunidad de vecinos/as de La Balma.

 

El proyecto Llars el pas está siendo una fuente de aprendizajes para todas las partes implicadas:

  • Para La Balma está suponiendo un aprendizaje a la hora de construir vecindario entre personas diversas y a la hora de entender la participación. Ha sido un proceso de dejar ir expectativas y construir vínculo desde lo sencillo y cotidiano.
  • Para los jóvenes está suponiendo una oportunidad de emancipación, de consolidar su vivienda, y por lo tanto, su proyecto de vida, y una oportunidad de vivir más comunitariamente, tal y como se hace en sus culturas de origen. A la vez, está siendo un aprendizaje sobre el mundo del cooperativismo de vivienda y compartieron cómo las asambleas fueron un reto inicialmente, pero que una vez han conocido a las vecinas compartiendo espacios informales, les ha sido más fácil preguntar, opinar, etc... 
  • Para Punt de Referència está siendo un proyecto piloto que les está permitiendo notar qué necesitan saber los y las jóvenes con los que trabajan para saber si el modelo de cohabitación les encaja y cómo poder moverse dentro de él. También les ha llevado a reflexionar sobre hasta cuándo deben estar los jóvenes tutelados. Inicialmente, La Balma y Punt se coordinaban para hacer el seguimiento de la entrada de los jóvenes, hasta que dejó de tener sentido. Es importante saber cuándo hay que dejar de hacer este tipo de seguimientos para evitar el paternalismo y el "sobre-tutelaje", ya que al final la mayoría de las cuestiones se pueden resolver en una conversación entre vecinos/as dentro de la misma Balma.

Las 3 partes implicadas hablaron de sentir la responsabilidad de hacerlo “bien”, especialmente los jóvenes, para que su modelo pueda ser replicado y otros jóvenes en situaciones similares tengan una oportunidad similar a la suya. El sueño de abrir camino e inspirar para que proyectos de este tipo sean cada vez más habituales era una aspiración compartida por todas las asistentes, así como sentir la necesidad de que las instituciones se comprometan con el derecho de los jóvenes extutelados y de las personas con diversidad funcional a tener una vida digna, y por lo tanto, una vivienda digna que responda a sus deseos y necesidades. Y esta es también la vocación del proyecto del cual forman parte estos foros.

Desde la Fundación Nazareth hicieron mucho hincapié justamente en esto, con la importancia de garantizar los derechos de la juventud extutelada, que al cumplir los 18 años salen del sistema de protección, y en Cataluña la edad de emancipación de los jóvenes se sitúa a los 29 años. Por lo tanto, se les exige mucho a estos jóvenes, creando así una desigualdad de oportunidades, y se les dificulta poder estudiar, consolidar una red social, tener un trabajo, un hogar, etc. En definitiva, consolidar su proyecto de vida.

En esta línea, la Fundación Nazareth y la cooperativa de vivienda Torrent Viu, acompañada por Perviure, llevan tiempo colaborando y han elegido otro modelo. La fundación es la que forma parte de la cooperativa, es decir, es socia y tendrá un piso donde vivirán jóvenes extutelados por períodos de entre 1 y 2 años. Serán, por tanto, viviendas de transición que contribuirán de forma temporal a la emancipación de los jóvenes y que permitirán a las socias de Torrent Viu conocer realidades diversas, y, por lo tanto, será un aprendizaje para todos. “Seguramente serán los jóvenes quienes más aportarán a la cooperativa que no al revés”, compartía el compañero de la Fundación Nazareth. En este caso, la alianza entre las dos entidades fue posible porque algunos de sus miembros llevan a sus hijos a la misma escuela. Por lo tanto, a raíz de un conocimiento personal, se ha configurado el proyecto compartido, muchas veces los vínculos son oportunidades para generar cambio y vale la pena aprovecharlos. Para ambas entidades fue importante darse tiempo para conocerse y notar si realmente encajaban. “Nos dimos un año antes de decidir que la fundación entraba en la cooperativa”, explicaban. Es importante a la hora de hacer estos proyectos sentir un encaje real porque a veces el “sueño” que queremos hacer realidad nos enamora y nos impide ver cuándo no hay encaje, y eso puede traer problemas a la hora de consolidar los proyectos en el futuro. 

Para la Fundación Nazareth, un proyecto como este supone un esfuerzo económico y una inversión de tiempo y gestión mucho más elevada que los pisos asistidos convencionales, con retos como, por ejemplo, reuniones fuera del horario laboral y adaptarse a un ritmo de trabajo diferente. Al mismo tiempo, en la fundación tienen claro el valor de un proyecto así, ya que permitirá a la juventud que acompañan estar en un entorno acogedor y amable, ya que a menudo la fundación se enfrenta a comunidades de vecinos que inicialmente rechazan los pisos asistidos de sus edificios por prejuicios racistas. 

Para Torrent Viu, llegar hasta aquí también ha sido un proceso de reflexión y de ir reajustando expectativas. Inicialmente, su motivación para tener un "pisos sociales" era ayudar, contribuir, ser buenas personas, pero a través de la relación con la Fundación Nazareth han podido aterrizar qué significa eso y hacerlo desde una mirada más consciente y menos paternalista. El edificio aún está por hacer, pero ya se ha sembrado la semilla del proyecto y, a estas alturas, la Fundación es parte de la cooperativa de vivienda. 

Finalmente, el grupo cooperativo TEB habló sobre la realidad de las personas que siempre son dependientes: "¿Cómo lo hacemos con ellas?", plantearon. El derecho a la vida independiente de estas personas se enfrenta al funcionamiento de la cartera de servicios de la Generalitat, que, por ejemplo, no te permite elegir dónde vivir. Actualmente, TEB y Sostre Cívic están trabajando en un proyecto de cooperativa de vivienda en Sant Andreu donde vivirán personas con diversidad funcional o intelectual. La idea de este proyecto es que la arquitectura del edificio tenga como punto de partida las posibles necesidades de personas con movilidad reducida o con alta necesidad de apoyo, ya que muchas veces estas personas y sus familias se encuentran con la dificultad de tener que hacer obras en los pisos para adaptarlos. En este sentido, una apuesta como las cooperativas de vivienda de autopromoción es una ventaja económica para este colectivo. Además, el proyecto prevé que, cuando las personas residentes en el edificio se hagan mayores o aumenten sus necesidades de cuidados, puedan simplemente cambiar de piso, en lugar de tener que mudarse a otro edificio. De esta manera, se garantiza el arraigo social de las personas y se valora la red social que hayan construido con las vecinas. Otra ventaja de este tipo de proyectos es que las vecinas suelen estar más dispuestas a tejer relaciones de vecindad. En los edificios estándar, las personas con discapacidad pueden encontrarse con vecindarios hostiles. 

Desde TEB también nos hablaban de la dificultad generalizada que existe para que los espacios sociales y de participación tengan en cuenta las necesidades de las personas con diversidad funcional o intelectual, por ejemplo, con ritmos más lentos, con un lenguaje sencillo. Nos hablaron, por tanto, de la necesidad de formarnos las personas "neurotípicas" y "funcionales" para romper estigmas y para generar entornos realmente inclusivos: "El esfuerzo no puede venir siempre de las personas con discapacidad. Tenemos que cambiar el entorno. Con la diversidad intelectual, quienes deben cambiar son las otras personas", señalaban.

Cerramos la jornada con una sensación compartida: "A nivel cuantitativo, el impacto de fundaciones y cooperativas como la nuestra es pequeño, lo que queremos es abrir camino para crear cooperativas de vivienda diversas, y quienes deben comprometerse con esto son las instituciones, tienen que hacer su trabajo". Estas son las palabras compartidas por uno de los participantes, apreciando cómo, de diferentes maneras, algunas cooperativas de vivienda y entidades del tercer sector van sembrando semillas y abriendo camino: creando referentes y sabiduría colectiva sobre cómo pueden ser estos proyectos.

Desde Fil a l'agulla agradecemos mucho la sesión, el trabajo realizado y la conversación honesta que tuvimos. Inspirador. 

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