Vivir juntas: ¿Puede la cohabitación ser un espacio de comunidad y justicia social?

18 de julio de 2023

Crónica del primer foro abierto en el marco del proyecto Proyecto Singulars Cohabitación Inclusiva. ​

¿Vivir juntas es posible?​

¿Puede la cohabitación ser un espacio de comunidad y justicia social?

El 16 de junio nos encontramos en la cooperativa de consumo agroecológico La Fresca de Cardedeu, personas del Bloc Okupat del Sindicat del pueblo de Vilamajor, Sostre Cívic, Perviure, Apindep y la Renegà, junto con otras personas interesadas en la convocatoria bajo el título: ¿Vivir juntas es posible? ¿Puede la cohabitación ser un espacio de comunidad y justicia social? Nos reunimos para hablar sobre la problemática de la vivienda, las opciones que existen para abordarla, la relación entre el movimiento por la vivienda y el mundo de las cooperativas de vivienda, la realidad de los diferentes tipos de proyecto y la realidad de las personas con diversidad funcional o intelectual.

Abrimos el espacio hablando del fuerte impacto que la vivienda tiene en nuestras vidas: es hogar, es el espacio donde puedes ser quien eres, es el lugar que te acoge, tu territorio, y el acceso que tenemos a ella afecta profundamente nuestro bienestar, la seguridad vital y las condiciones de dignidad de nuestra vida. Solo mencionarlo hace presente el sufrimiento del hecho de que hoy, aquí, la vivienda digna es un derecho que no está garantizado para todos.

Iniciamos la conversación con el bloc okupat del Sindicat de poble de Vilamajor, que interpela directamente al mundo del cooperativismo de vivienda: “os necesitamos”, “necesitamos ser muchos más y estamos sufriendo represión”, expresaron, haciendo propuestas concretas de cómo las cooperativas de vivienda pueden aliarse y solidarizarse con el movimiento por la vivienda:

  • Compartiendo dinero de los financiaciones recibidas, ya que el movimiento por la vivienda no tiene acceso a subvenciones ni a apoyo institucional, al contrario, sufre la represión. Para hacer aportaciones, escribid a sindicatvilamajor@gmail.com.
  • Apoyo en los desahucios y convocatorias: difusión, asistencia, etc.
  • Compartiendo conocimientos técnicos y profesionales con las personas del movimiento por la vivienda.

Respondiendo a la interpelación, se hizo visible la diversidad de realidades que existen en el mundo de la cohabitación, que aunque tiene más privilegio económico y de clase, es decir, más posibilidades económicas respecto al movimiento por la vivienda, muchas veces ser parte de una cooperativa de vivienda implica asumir presiones económicas difíciles de sostener para algunas personas y familias, y supone invertir mucho tiempo y energía en el proyecto, con dificultades para conciliar la vida y para implicarse en otros movimientos. Las cooperativas de vivienda son una propuesta de transformación a largo plazo de cómo entendemos la propiedad, cómo accedemos a la vivienda y cómo se articula el vecindario y la comunidad, que seguramente con el tiempo serán más accesibles. Son, por lo tanto, una forma de activismo, aunque con riesgos y realidades diferentes a las del movimiento por la vivienda.

A su vez, "el mundo de la cohabitación es más diverso de lo que a veces pensamos, hay proyectos que no se conocen tanto", comentaron las compañeras de Sostre Cívic, haciendo referencia a los proyectos que tienen de viviendas obtenidas por el derecho de tanteo y retracto, que son vecindarios más interculturales y con orígenes de clase diversos, así como a la coordinación con la mesa de emergencia de vivienda. También se comentó que para muchas personas en situaciones de alta opresión social, tener una vivienda estable y digna ya es una victoria, y que las expectativas sobre la vida comunitaria de estas personas pueden ser muy diferentes de las que habitualmente tienen las comunidades de vivienda intencionales, con una mayoría de personas de clase media o que optan por esta opción por motivos básicamente ideológicos.

A menudo, también las cooperativas de vivienda, al igual que el movimiento por la vivienda, son una apuesta comunitaria y de apoyo mutuo, como es el ejemplo de la Renegà, que nació de un grupo de madres que se estaban separando de sus parejas y, para sostenerse mejor económicamente y en el ámbito de los cuidados, idearon el proyecto.

En la conversación vimos diferentes maneras de vivir y utilizar el privilegio, cuesta asumir que tienes privilegios y ser consciente de cómo los estás utilizando. Notamos que es difícil reconocer cuando los usamos para protegernos del dolor de la injusticia, para alejarnos de las personas que experimentan la opresión social de manera intensa. A su vez, es humano regular la energía que tenemos, lo que podemos sostener y lo que no, y hablamos del hecho de que esta dinámica de distanciarnos de las personas con privilegios sociales diferentes a los nuestros está alimentada por la idea de que unas deben estar sosteniendo y las otras recibiendo apoyo, y necesitamos también, tal como concluimos, saber “estar juntas en la mierda, ver cómo lo hacemos y ya está”, sabiendo que todas, de una manera u otra, necesitamos cuidados y podemos darlos. La conciencia de privilegio debe servir para saber establecer mejores relaciones de solidaridad, no para separarnos más ni generar inacción en el lado privilegiado por miedo a hacerlo mal.

Se hizo evidente, pues, en la conversación, que la opresión social no solo hace daño, también puede ser un motor poderoso de organización social, de cultivar el apoyo mutuo, de conectar con la fuerza individual y colectiva y de aprendizaje.

Desde Apindep hablaron de la realidad de las personas con diversidad intelectual y física, que están muy lejos de tener garantizado su derecho a una vida independiente y a una vivienda digna, porque la manera en que está organizada la cartera de servicios de la Generalitat para estas personas les impide elegir dónde vivir y con quién, y en los casos en los que además tienen necesidades de apoyo para cuidados diarios, que son muchos, sus opciones para elegir e independizarse de la familia aún se ven más reducidas. Además de ser un colectivo al que históricamente se le ha tratado con mucho paternalismo y no se les ha escuchado. Por eso, entidades como Apindep están apostando por cooperativas de vivienda, con todos los retos económicos y burocráticos que esto conlleva, donde personas con diversidad intelectual y física puedan vivir y ser parte de la comunidad junto con familias y personas con realidades diferentes a la suya.

Así pues, vimos que hay muchas realidades en las que aún tenemos que avanzar para que la vivienda sea un derecho para todos, que hay muchos grupos y personas creando alternativas desde diferentes lógicas y a partir de realidades muy distintas, y que podemos profundizar aún mucho más en las alianzas entre estos espacios, con el reto que supone actuar teniendo en cuenta las desigualdades que influyen en las realidades del acceso a la vivienda y las relaciones.  

Un profundo agradecimiento a todas las personas, colectivos y organizaciones que ponen esfuerzos e ilusiones cada día para crear entornos y espacios #onviuretotes. Un profundo agradecimiento a las personas que pusieron el cuerpo y la voz en este diálogo difícil, necesario y enriquecedor  


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