Salir del antifeminismo en las aulas: ¿Por dónde empezamos?

7 de julio de 2023

Ciertamente, a veces pienso que ser un chico adolescente en la plena cuarta ola del feminismo no debe ser nada fácil. Me imagino las contradicciones con las que deben crecer: por un lado, recibiendo el constante bombardeo de los medios de comunicación a los que están expuestos, que perpetúan los roles de género tradicionales; y, al mismo tiempo, recibiendo un mensaje implícito de toda la sociedad que conspira para que aprendan que su rol en la sociedad es ser un futuro patriarca.

Paralelamente, los chicos observan con asombro cómo sus compañeras se empoderan y los enfrentan tildándolos de machistas, y a la vez se les exige tomar responsabilidad por un problema que ellos no han creado y con el que no han tenido mucho tiempo de colaborar.

Tampoco debe ser nada fácil ser una educadora a principios del siglo XXI, comprometida con el cambio social y la transformación de las dinámicas estructurales, como el machismo. Mientras una tiene que lidiar con la propia experiencia de opresión que ha vivido a lo largo de su vida, se encuentra con comportamientos similares a los de sus agresores dentro de las aulas. Y, a menudo, los compañeros hombres de los claustros y equipos educativos aún están en los primeros pasos de integrar los feminismos en su práctica docente y relacional.

Dicen que para educar a un niño se necesita toda la tribu. Pero si lo que también se necesita es educar a la tribu, es comprensible que una se sienta perdida y desesperanzada.

En Fil a l'Agulla llevamos años trabajando en la aplicación de la mirada restaurativa en el mundo educativo para generar ambientes propicios al diálogo. Uno de los males de nuestra sociedad occidental, heteropatriarcal y blanca, es la incapacidad de ver al otro, y verlo también como una parte de uno mismo. Sin embargo, la experiencia nos indica que cuando somos capaces de difuminar las barreras que aparentemente nos dividen, la comprensión profunda es posible, creando así lazos fuertes de comunidad y pertenencia.

Para hacerlo, el trabajo que proponemos requiere un compromiso a la altura de la complejidad del mundo que habitamos. Por un lado, es necesario una comprensión ajustada de las dinámicas de poder que se establecen dentro del mundo educativo, en cada contexto y con cada persona que forma parte de él, para repartir equitativamente las responsabilidades de cada uno para la disolución del problema: el machismo. También implica encontrar el coraje para enterrar las armas de guerra y relacionarnos con herramientas tan sencillas como difíciles de utilizar, como la curiosidad, la compasión y la firmeza.

Es una formación para mujeres, lesbianas, trans* y personas no binarias profesionales del mundo educativo, en la que uniremos las experticias de la aplicación de la mirada restaurativa dentro de la comunidad educativa y la prevención y abordaje de violencias machistas en las organizaciones. Es una actividad no mixta porque, en esta formación, queremos dar herramientas y responder algunas cuestiones conjuntamente con aquellas que se sienten llamadas a hacer un trabajo con el privilegio masculino y el buen uso del poder dentro de las aulas, al mismo tiempo que lo padecen, y así trazar un camino sostenible para nosotras, mujeres e identidades disidentes de género, al acompañar a los hombres, adolescentes y niños, en el suyo.

Anna Galí Bonet

Formadora y facilitadora de Fil a l’agulla

Comparteix 
Identificarse dejar un comentario