Prácticas restaurativas en mi aula, testimonio de una maestra.

27 de junio de 2019

Nos llega este testimonio de una maestra que nos comparte una experiencia muy emocionante. Habla de los aprendizajes y experiencias vividas a raíz de un proyecto de apoyo a la convivencia, financiado por el Ayuntamiento de Castellbisbal, que hemos estado desarrollando en su centro educativo. ¡Gracias por dar tanto sentido a nuestro trabajo!  

"Como ya te comenté, mi grupo está bastante bien avenido, son niños y niñas bastante empáticos y creo que emocionalmente muy sanos (si se puede decir así) y eso hace que muchos conflictos los resuelvan ellas solas hablando. No obstante, hay dos alumnos que no están del todo bien y era y es necesario estar ahí y hacer algo. Uno de los niños ha sido el pequeño de la familia durante ocho años y ahora ha tenido una nueva hermanita que, además, tiene necesidades médicas importantes. Este hecho lo hacía estar enfadado con el mundo, con los compañeros, con las maestras… y creía que todos estaban en contra suya."

Después de haber hecho una de las reuniones contigo, comenzamos a hacer círculos de palabra para iniciar o finalizar la semana; en estos les preguntaba cómo llegaban los lunes o cómo se iban el viernes. A veces sus respuestas me sorprendían y me hacían más consciente de cómo les afecta todo lo que vivimos en la escuela.​

Un día que este alumno tuvo un comportamiento muy desafortunado, decidí que debíamos hablarlo todos, ya que muchos alumnos se habían sentido con miedo a raíz de la reacción de este compañero. En el círculo, les pregunté cómo se sentían y casi todos dijeron lo suyo. Una de las cosas que más me gusta de los círculos de palabra es la oportunidad que nos damos de no decir nada si no queremos, algo que en muchas otras situaciones diarias no se puede hacer.

A raíz de lo que iban diciendo, una alumna comentó que creía saber el motivo por el cual este compañero estaba así. Antes de continuar con el círculo, consideré oportuno hablar con esta niña y con el niño para saber si él quería que se explicara o si él quería explicarlo. Al niño le pareció muy bien que ella lo explicara porque él no podía hacerlo. Después de este círculo, donde todos entendieron un poco más a su compañero, las relaciones entre ellos y la manera de enfocar las posibles desavenencias comenzaron a cambiar, y la posibilidad de que este alumno fuera a colonias hizo que él formara parte del grupo, y no solo estuviera en el mismo espacio. Además, él vio un apoyo por parte de sus compañeros, así como saber que lo entendían.

La otra niña llegó a segundo procedente de otra escuela del municipio, ya que allí sufría bullying. El grupo la acogió muy bien desde el principio, pero tanto la tutora del curso pasado como yo veíamos que no era una integración total; no le hacían nada para hacerle daño, pero no la sentían parte del grupo.

Antes de conoceros y de aprender lo que nos habéis transmitido desde Fil a l’agulla, siempre había pensado que las personas debemos hablar y poder decir cómo nos sentimos, y he intentado transmitir esto a mis alumnos. Así que, frente a situaciones que iban sucediendo, hacíamos en su momento asambleas, más tarde círculos de palabras. En algunos de estos círculos simplemente hemos hablado de los súper poderes que nos gustaría tener, hemos compartido intereses o miedos... también hemos jugado al juego de los paquetes, y esto ha permitido que viéramos a esta niña con otros ojos; ellos la veían extraña, diferente a ellas y a ellos, y no la entendían, y creo que ella tampoco los acababa de ver —cuando lo has pasado tan mal cuesta volver a confiar en aquellos que te rodean, supongo.

Un día no hace mucho, en una clase de valores, hablábamos de la felicidad y de lo que para nosotros era la felicidad, y ella, por primera vez, explicó a sus compañeros cómo se había sentido en la otra escuela, para luego decir que desde que había llegado a la nuestra había comenzado a ser feliz. No puedo describirte la cara de sus compañeras y compañeros porque yo me emocioné igual que ellos. Ella pudo compartir con nosotros unos momentos tristes, así como los momentos felices que vive ahora, y para el resto fue una inyección de energía saber que hemos contribuido a que alguien sea más feliz. Por otro lado, las preguntas restaurativas también nos han ayudado mucho: todo el mundo es escuchado, los implicados directamente y los que están implicados indirectamente. La responsabilidad no es mía [como maestra], me he quitado ese peso de saber quién es “el malo y quién el bueno” —ya me entiendes. Y, cuando a veces los implicados no saben explicar cómo se han sentido o qué necesitan para estar mejor, siempre hay alguien que dice lo suyo y hace que todo fluya. Mis alumnos actuales y los futuros se beneficiarán muchísimo de todo lo que he aprendido gracias a ti, pero también mis hijos y yo misma como mujer, madre y maestra.

¡Buf! ¡Qué rollo! Pero es que cuando me pongo... Siempre he pensado que saber cómo estás en cada momento, procurar estar bien, saber o intentar saber el motivo por el cual no estás bien es básico para vivir. Nuestras alumnas no podrán aprender bien si su corazón no está bien y tú has contribuido a que tenga más estrategias para ayudarlas y, aún más importante, “perdonarme” si a veces las cosas no salen como uno quiere.

Gracias por compartir con nosotros cómo te ha impactado el trabajo que desarrollamos en el mundo educativo, en especial los Círculos de palabra,y por darnos permiso para compartir con otras personas tu experiencia.

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