Círculos de palabra para prevenir y abordar el bullying.

27 de noviembre de 2018

La jornada del 15 de noviembre sobre bullying ha generado repercusión. A​ En El Diario de la Educación, la periodista Victòria Oliveres publica este artículo donde explica los círculos de palabra, una metodología que utilizamos desde Fil a l’agulla para abordar y prevenir las discriminaciones. Habla con el profesorado de la Escuela Montseny, que ha incorporado en las aulas estos círculos restaurativos para mejorar la gestión emocional. ¡Les compartimos el artículo! 

"Una vez a la semana hacemos un círculo donde cada alumno puede expresarse de forma breve y de corazón, con sinceridad y confianza, sobre algún tema que esté afectando al grupo." Así explica Mercè Barnés, jefa de estudios y tutora de 4º de Primaria de la Escuela Montseny, lo que son los círculos de palabra o círculos restaurativos que utilizan en este centro del barrio de Gràcia.

Durante el curso pasado recibieron el acompañamiento de la cooperativa Fil a l'Agulla, con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona en el ámbito de la Justicia Global, para incorporar en el día a día de sus clases de primaria esta herramienta de facilitación de grupos, que sirve tanto para atender y prevenir situaciones de discriminación y 'bullying' como para impulsar la gestión de emociones.

En estos círculos, un objeto va pasando y los niños y niñas que quieren –cuando tienen el objeto en la mano– pueden contar lo que sienten o lo que han vivido. La educadora presente en el círculo primero los escucha, pero no los cuestiona ni interviene más allá de hacer preguntas puntuales para lograr que las aportaciones sean más esclarecedoras.

Con esta metodología se pueden tratar temas diversos, que eligen las educadoras en función de lo que esté sucediendo dentro del grupo en ese momento. A veces son problemas detectados por el profesorado o que se deciden trabajar a partir de quejas de los alumnos. Para cerrar el círculo, es importante hacer propuestas y acordar soluciones sobre lo que se ha expuesto.

"Las tensiones, cuando se manifiestan, se descargan. Los alumnos relativizan las cosas que les preocupan y les hacen daño, ya que las han podido aceptar y todos se las han reconocido", dice Barnés.

De todos modos, explica que hacer un círculo restaurativo "no es una receta mágica" y que se debe hacer con continuidad para que los niños y niñas aprendan a no interrumpir y adquieran la práctica de comunicar lo que tienen dentro. "Poco a poco se van dando cuenta de que esa sesión invita a abrirse, que es un momento que tienen para ser escuchados y salen muchas cosas"

Trabajo con el profesorado, las familias y el alumnado.

La colaboración entre la Escuela Montseny y la cooperativa Fil a l'agulla comenzó hace cuatro años. Desde el centro educativo querían actualizar su formación en coeducación y trabajarla de manera transversal. El curso pasado decidieron hacer un proyecto anual para abordar la discriminación, la diversidad y el 'bullying'.

El objetivo era acompañar a la escuela para alcanzar una mirada restaurativa, y eso lo hicimos incorporando los círculos de palabra en el proyecto del centro", explica la miembro de Fil a l’agulla Sara Carro. El proyecto combinaba la facilitación, el acompañamiento emocional y de conflictos, el asesoramiento y la formación, e implicaba a toda la comunidad educativa.

Las sesiones de formación al profesorado eran muy dinámicas y se ponían en funcionamiento las herramientas que desde la cooperativa ofrecían para trabajar con el alumnado. "Podíamos aplicar directamente en el aula con los niños y niñas lo que hacíamos en la formación", dice Mercè Barnés. Estas sesiones iban acompañadas de momentos de asesoramiento al profesorado, donde se resolvían dudas sobre lo que habían probado en clase.

El trabajo con las familias incluía sesiones informativas sobre lo que se hacía en la escuela, pero también espacios de diálogo donde padres, madres y maestros podían hablar sobre los retos de la escuela fuera de los espacios más formales que normalmente ofrecen los centros educativos. Según Sara Carro, estos espacios son muy importantes para crear comunidad, ya que "en las escuelas no hay muchos espacios donde la comunidad pueda encontrarse fuera de sus roles".

Después pusieron en práctica. La investigación-acción participativa (IAP) : Crearon un grupo motor de varias familias que se investiga a sí mismo. Para conocer cómo era la convivencia en el centro, crearon unos cuestionarios para el resto de las familias y realizaron observaciones del patio.

La idea de esta práctica era poder generar acciones a partir de la investigación, como por ejemplo transformar el espacio del patio o repensar las salidas de los alumnos por la tarde para que haya más momentos y lugares de encuentro. Entre los beneficios de esta metodología, explica Carro, está la transformación de las personas y la escuela. "Nos hemos dado cuenta de que generar conocimiento y reflexiones colectivas enriquece los proyectos, sobre todo cuando lo hacemos simultáneamente a las otras acciones que llevamos a cabo en los centros escolares"

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